Hoy en día todos tenemos una identidad digital. Es difícil imaginar que alguien esté absolutamente fuera de la red. En nuestro afán por disfrutar de las facilidades que ofrecen las operaciones en línea, hemos creado una innumerable cantidad de perfiles con nuestra información personal sin medir las repercusiones de que un tercero (una empresa, un Estado o cualquier otro) tenga acceso y control sobre la información que brindamos.
Vivimos toda una vida virtual que cada día toma más preponderancia. Hacemos prácticamente todo de forma digital: trabajamos, compramos, vendemos, estudiamos, jugamos y vamos al médico en línea. En este contexto es vital la seguridad de nuestra información personal que circula por la red.
¿Qué es la identidad digital? En pocas palabras, podemos decir que se trata de todos aquellos datos que permiten identificar a una persona y que están almacenados digitalmente. Cada vez que creamos un usuario en un nuevo sitio web damos información que nos identifica. Con el paso del tiempo, perdemos el control sobre los usos que hará la empresa (la dueña de la web o app donde nos hemos registrado) de dichos datos, que puede recopilarlos, analizarlos y compartirlos con terceros para diversos fines. Rara vez este tipo de registros permiten a los usuarios controlar con precisión quién accede y qué es lo que hace con nuestra información personal.
Seguramente nos resulten familiares algunas plataformas que ofrecen (como por ejemplo Google) una gestión de identidades y perfiles centralizada. Al crear un perfil en estas plataformas se deben aceptar unos términos y condiciones que autorizan determinados usos de nuestra información.
Sin embargo, no todo está perdido. Ya existe una tecnología que permitiría gestionar una identidad digital de manera diferente y sin perder el control de nuestra información personal en el mundo digital. Mediante esta tecnología la gestión de identidades se realiza de forma descentralizada, la información distribuida en una red de nodos es controlada por el usuario. Con blockchain no se depende de intermediarios, cada usuario es el único y exclusivo propietario de sus datos, y sobre todo, mantiene absoluto control sobre ellos.
Muchas personas comienzan a mostrar interés en el mundo blockchain a raíz de las noticias sobre criptomonedas y sus volátiles valuaciones. La prensa tiende a resaltar las novedades sobre la rápida valorización (o bien, su vertiginosa depreciación) de ciertas criptomonedas. Pero dejando de lado el mercado de criptomonedas, vale la pena analizar las ventajas que otorga la tecnología blockchain cuando es aplicada en diferentes ámbitos.
Sin entrar en detalles técnicos (que no sabría explicar) repasemos algunos conceptos.
El blockchain es un registro descentralizado compuesto por distintos bloques ligados entre sí. La información se almacena en estos bloques de manera transparente y se protege con criptografía. Esta cadena de bloques interconectada que da lugar al registro descentralizado, y que verifica transacciones, impide que una autoridad centralizada tenga un control absoluto de forma independiente.
Entonces, ¿por qué es conveniente que tu identidad digital se gestione mediante una tecnología de registro descentralizado?
- Facilidad de uso: Permite al usuario titular de los datos personales gestionar perfiles y accesos a diferentes sitios web o aplicaciones. Devuelve al titular de la identidad el control sobre los mismos.
- Mayor privacidad: Por cada nuevo perfil, el titular de los datos podrá seleccionar qué datos brindar y elegir solo aquellos que estime necesarios para validarse como usuario, evitando compartir todo de forma indiscriminada.
- Mayor seguridad: Se dificulta el acceso de terceros no legitimados (o no deseados) a la información personal. El titular de esos datos puede selectivamente otorgar acceso a quien considere adecuado.
De la mano de todos estos avances se presentan también algunos obstáculos que deben superarse (o mitigarse) para que su adopción sea más universal. Es normal que al hablar de una tecnología que evoluciona tan rápido seamos repetitivos al momento de hablar de los desafíos. Sin importar la función analizada los retos son los mismos o muy similares.
Por un lado, vemos que existen grandes diferencias a nivel normativo. Depende en qué ámbito y en qué momento, hay dos preguntas que reciben respuestas muy diferentes: ¿es conveniente establecer una normativa que regule al detalle este tipo de actividad? ¿cómo debe ser esa normativa? No hay una regulación consensuada que genere seguridad jurídica.
La alta complejidad técnica de esta tecnología se ve reflejada también en la existencia de distintas plataformas y estándares de blockchain. Estas diferencias generan dificultades respecto de la interoperabilidad de las diferentes cadenas de bloques.
Al hablar de identidad digital es posible identificar una serie de ventajas y de desafíos que, una vez resueltos, irán forjando el futuro de los avances que la tecnología blockchain puede darnos. Sin dudas, la adopción de esta tecnología continuará expandiéndose día a día y cada vez con más frecuencia escucharemos hablar del registro descentralizado en diferentes ámbitos. El ritmo de implementación de estos avances estará marcado por las novedades normativas y la confianza que inspire en la población en general.